sábado, 18 de abril de 2015

La inundación

Oficialmente, empezamos a salir el día 23 de Septiembre.
Fue para la Mercè, Iván me acompañó a un concierto de la banda Achilifunk. Había mucha gente y mientras cruzábamos el gentío, él me dió la mano. Él os dirá que fuí yo quien se la dió a él. El caso es, fuera como fuera, nos dimos la mano.
Y durante el concierto, mientras bailabamos (bueno, yo bailaba con mi prima y amigos, él estaba en cuerpo presente), nos acercamos y nos dimos un beso.

A partir de ese momento los planetas se alinearon. Y quedábamos para vernos todos los días. Los dos trabajábamos de noche por lo que teníamos un horario parecido y seguíamos siendo vecinos, con lo cual era sencillo vernos.
Para Octubre hubo una gran inundación en mi terraza. Estabamos durmiendo en casa de Iván y llovía a cántaros. Sobre las dos de la mañana llamaron a la puerta. Era el vecino del Bajos. Nadie sabía que Iván y yo estábamos saliendo juntos. El vecino le dijo a Iván:
- Oye, perdona, pero como se que conoces a la chica del primero, me preguntaba si tienes su teléfono. Es que está saliendo agua por su puerta y nos ha entrado en casa y todo.

Iván vino y me lo dijo. Salí de la cama volando y pasé al lado del vecino, el cual me miró con cara de alucinado, y le dije:
-Es que somos amigos- señalando hacía Iván.

Bueno, lo que vi al bajar las escaleras, era de impresión. El agua salía a borbotones por debajo de mi puerta. Abrí con miedo a ver que iba a encontrar y tenia parte del comedor inundada. Mi hámster, Apolo, estaba a salvo, pero si no llego a estar en el piso de arriba, podría haber muerto esa noche. 

((Inciso: Apolo, era mi hámster, al que sacaba a pasear por la terraza dentro de una bola de plástico transparente, mientras le limpiaba la jaula. A Iván, antes de conocerme, le hacía mucha gracia mirarlo desde su balcón, la primera vez se sorprendió al ver una bola moverse sola por la terraza, después vió que había un animal dentro. Con el tiempo se hicieron amigos.))

Pero lo peor estaba en la terraza: Era una piscina. El agua llegaba a la altura de la rodilla. Iván vino tras de mi.
Abrimos la puerta de cristal de la terraza y el agua entró dentro de casa de forma brutal. Cerramos la puerta y en la terraza, mientras diluviaba, Iván empezó a vaciar cubos. Encontramos la rejilla que debía estar vaciando el agua de la terraza y la quitamos. Esa noche, descubrimos que la rejilla estaba mal fabricada. 
Mientras Iván vaciaba la terraza, yo intentaba solucionar el destrozo de casa. Realmente, para la cantidad de agua que hubo, no había grandes destrozos. Apolo estaba bien. Alguna parte del mueble se había bufado ligeramente. Creo que fuímos tan rápido que no dimos tiempo a que hubiera problemas serios.
Mi mente sólo pensaba "si pasada esta noche Iván te vuelve a llamar, es que es el hombre de tu vida".

Pues si, me volvió a llamar. De hecho, creo que la inundación nos unió más.

Llegó Febrero, a Iván se le terminaba el contrato de alquiler y tenía que renovarlo o mudarse. Estuvimos hablando y decidimos que se vendría a vivir a mi piso. Si funcionaba, bien, si no funcionaba pues nada. Fue rápido, sólo hacia 5 meses que nos conocíamos, pero había algo especial, una química única, así que se vino a mi piso.
Mientras él iba bajando sus cosas y se iban acumulando en mi piso, por mi mente pasaron mil pensamientos. ¿Era correcto? ¿Nos estábamos precipitando? Era un paso muy serio. Pero en seguida me dije a mi misma que estaba bien. Algo me decía que iba a funcionar...

domingo, 5 de abril de 2015

Un secador y unas notas


Mi vecino bajó a buscar el secador de pelo. Cuando se lo dí, lo miró raro. Yo ya había avisado que estaba roto. Quien avisa no es traidor.
Volví a la terraza (a todo esto mi atuendo se componía de pantalón corto y top sujetador), y efectivamente, el muchacho lo estaba usando. El ruido de mi secador era muy característico.
Mi amiga y yo seguimos de chachara. Al rato el muchacho me devolvió el secador.
Le pregunté si le había ido bien y me dijo que todavía no lo sabía, pero que la tecla 0 no funcionaba.
Lo dejaré en un vaso con arroz- dijo
Y entonces...

Empezó la historia.

Al día siguiente, abrí el buzón de casa para ver la correspondencia y tenía una nota de papel.
Era del muchacho, Iván, averigüé su nombre (en el buzón), pues no era bonito que él supiera como me llamaba y yo no como se llamaba él.
Era una nota de agradecimiento. Me hizo mucha gracia que fuera tan atento y me diera las gracias, no todo el mundo lo haría, otras personas quizás se limitarían a saludarme por la comunidad y punto. Pero él me lo agradeció y yo, agradecí que lo agradeciera.
Escribí una nota y se la dejé en el buzón. 
Él me contestó la nota. Y estuvimos escribiéndonos toda la semana.
Os diré que cada día era más emocionante abrir el buzón y cada día, me hacía más ilusión recibir sus notas. 
Finalmente, en su última nota, me dejó escrito su número de teléfono. Al lunes siguiente había reunión de comunidad y decidimos vernos allí. Terreno neutral.
En la reunión lo estuve observando minuciosamente. Era un chico esbelto, alto, moreno de pelo, piel muy blanquita, ojos claros. El tipo de chico que físicamente me gustaba, delgado pero fibrado. Se notaba que era deportista y aunque quizás no era un bellezón a mi me resultó atractivo. Además tuvo el detalle de estar en la reunión sin necesidad, pues él no era propietario.
Cuando finalizó la reunión yo había quedado con una amiga y le dije que se viniera. Él asintió. Fuimos al bar Alhambra, está en mi calle y suelo reunirme con algunas amigas allí. 
Estuvimos un rato en el bar, nos estuvimos observando, pasó el rato y volvimos hacia casa.
Decidimos quedar para vernos al día siguiente.
Me llevó en su moto a La Maquinista. Él tenía una Honda impresionante, yo no solía montar en motos, me daban un poco de miedo y menos, en motos como esa. Así que me agarré a él como una garrapata y pasé un buen mal rato.

Pero pasamos una bonita tarde y decidí que Iván me gustaba. Era... Todo lo contrario o, más bien, bastante distinto en algunos aspectos a los chicos con los que había salido previamente. En lugar de disgustarme, eso me gustó y mucho.

Iván no fumaba, no bebía, hacía ciclismo de carretera, tenía un carácter atento, respetuoso, caballeroso, No se... Me gustaba.
A la vuelta estaba mucho más suelta, ya no parecía una garrapata y, como me dijo posteriormente, como ya no le apretaba el pecho, él pudo respirar mejor.