martes, 31 de marzo de 2015

Apareció él


Cuando fui a vivir al piso tenía vecinos tanto arriba como abajo. Un día pensé "arriba podría vivir un chico apañao y así montarme un duplex".
El destino es muy caprichoso y si... Los vecinos de arriba se fueron y vino otro inquilino, pero estuve meses sin verle. No tenía mucho interés en relacionarme con mis vecinos. Yo iba a trabajar, a tomar algo con los amigos, a ver mi familia, solo hablaba con los vecinos de abajo, pero no me relacionaba con nadie más de mi bloque. De hecho, ni los conocía.
Recuerdo un día en invierno...
Soy muy friolera y bajaba las persianas y ponía la calefacción para conservar el calor. Llamaron al timbre, era un chico que me dijo que se le había caído un calcetín a mi terraza días antes y que nunca me encontraba en casa. 
Fui con desgana a la terraza, ese chico, haría que se enfriara mi fortaleza. Y allí estaba, un calcetín, más tieso que una mojama. Lo cogí y se lo di, recuerdo su cara de perplejidad al ver el estado del calcetín. Pero no dijo nada y se fue. 
Seguí mi vida con total normalidad, sin volver a ver al muchacho.
Un día, sería Junio o Julio. Estaba esperando a mi prima en el portal de casa, vi a una chica que estudiaba conmigo, iba con un chico que me resultaba familiar. Pensé éste chico te suena, éste chico te suena...¿quién es?
A medida que se fueron acercando al portal, recordé que era el chico del calcetín.
Hablé un momento con la chica que me dijo que iban a casa de él. 
Bromeé y le dije 
-"¿Vas a ser mi vecina?" 
Y me dijo 
-"No, no, sólo somos amigos"
Pensé que el mundo era un pañuelo, ya era casualidad. Pero como me dijo que no eran pareja, la curiosidad cesó de inmediato. Apareció mi prima y me fui.
Como ya hacía buen tiempo, salía a la terraza a comer o a tomar el sol. Un día estaba comiendo mientras veía una serie en el ordenador y vi en el balcón de arriba, salir una persona corriendo y tumbarse al suelo. 
Pensé que le daba vergüenza que lo viera tomando el sol y no le di más importancia.
Para entonces, fui a la boda de una de mis mejores amigas en Galicia y os podría decir que esos días, fueron mis últimos días de grandes juergas. Fue en Agosto del 2010.

En Septiembre del 2010, para ser exactos, el día 12. Había quedado con una de mis mejores amigas para ir a la playa. Pero nos dió pereza y le dije si le apetecía venir a tomar el sol a mi terraza.
Estuvimos horas en mi terraza, hablando de la vida y del tema estrella en las tardes de chicas (los hombres). Y cuando estábamos más tranquilas escuché:
- Marta
Giré mi cabeza y era mi vecino, me quedé noqueada, yo ni siquiera sabía como se llamaba...
- ¿Tienes un secador de pelo?
Me quedé pensando. Yo tenía el pelo corto, por lo que rara vez utilizaba secador de pelo. Sólo tenía uno de viaje y estaba roto, bueno, funcionaba, pero hacía un sonido muy raro, como si fuera a explotar. Y pensé que si era para una chica no le iba a servir. Así que le pregunté:
- ¿Es para ti?
Me miró extrañado y se señaló el pelo.
- No, es que se me ha caído el movil en el agua y quiero ver si lo puedo secar.
Le contesté que si, que tenía uno, pero que no iba muy bien.
Bajó a buscarlo.

martes, 17 de marzo de 2015

Me compré un piso

Empecé a buscar piso. Mis padres siempre han sido muy tradicionales en éste aspecto y me dijeron que irme de alquiler sería tirar el dinero, debía comprarme un piso. Me convencieron y en Abril del 2009, me lo compré.
Diréis ¿y te concedieron la hipoteca a ti sola? En esa época las condiciones hipotecarias eran muy duras y la concesión de hipotecas había disminuido considerablemente con la crisis. Me  concedieron la hipoteca después de mucha negociación, con fuertes condiciones y aval por parte de mis padres. Eso si, es un contrato blindado, lo demás son tonterías, eso es (desde aquí lo digo), una esclavitud para toda la vida. Os aseguro que si consigo mudarme algún día, no me compraré ninguna propiedad, a menos que tenga tanto dinero que la pueda pagar de golpe.

Pero ¿si pudiera volver al pasado compraría el piso en el que actualmente vivo? Creo que si. Gracias a mi piso, conocí a mi marido, sino lo hubiera comprado quizás no lo habría conocido o ¿lo habría conocido igualmente pero en otra situación? Quien sabe...
Estuve viendo unos cuantos pisos, pero desde que construyeron mi piso actual (en ese momento hacía un año o dos) siempre que pasaba por delante lo miraba y remiraba. Finalmente, mi decisión fue tomada. Y me encapriché de ese piso. Dos habitaciones, un baño, cocina-office, trastero, parking y... La joya del piso, la terraza de 20 metros. El piso en si, pues pequeño, 45 m. Pero la terraza le daba vida. Y con la de desengaños amorosos que había tenido, pensé que iba a ser soltera de por vida, total, ¿para qué necesitaba algo más grande? Y si algún día lo necesitaba me iría de alquiler a un piso más grande...

Recuerdo el día de la firma del piso... Esa sala, con el notario, la gente del banco y mis padres. Leyendo la escritura. Mi mente estaba loca ¿Estoy haciendo lo correcto? Ai, ai... Un acojone brutal. Pero... firmé.
Así que, ese mismo día, me fui de la casita.
Recuerdo (con un poco de nostalgía) estar esperando a mi hermano con su furgoneta de la pastelería para poder llevar mi cama. Sinceramente, me dió pena irme, pero estaba demasíado emocionada y quería pasar la noche en mi piso como fuera.
Así que, con solo una cama, una mesa, un plegatín (que hacía de sofa) y una nevera, pasé mi primera noche.

Ni siquiera había agua caliente en toda la comunidad, tuvimos un problema con el gas y estuvimos unos cuantos meses sin agua caliente. Me calentaba cazos de agua en el fuego, lo ponía en un cubo y así me duchaba. Sino, me duchaba en el gimnasio y sino, en el hospital.
Esos primeros meses, fueron de adaptación y de cambio.
Me volví más hogareña, no tenía tantas ganas de salir de fiesta. Salía mucho menos y prefería estar en casa tranquila a ir a una discoteca. Seguía yendo a conciertos (siempre he sido más de conciertos que de discotecas), pero no tantos. Se estaba tan a gustito en casa. Si iba a sitios donde había mucha gente me agobiaba, empecé a preferir la calma, quedar para cenar, tomar algo e ir a dormir. No me apetecían las fiestas hasta las 8 am. Empecé a quedar con un chico, pero no cuajó, confundimos la amistad con otras cosas.

Y creo que fue en esos tiempos cuando, sin saberlo, me fui preparando para mi futuro.



sábado, 14 de marzo de 2015

Mi casa, mis normas


Para empezar me gustaría presentarme. Me llamo Marta, persona inquieta donde las haya, he creado éste blog para explicaros un poquito mis vivencias.
Decidí crear éste blog en el momento que me enteré que estaba embarazada, aunque no empezaré relatando desde ese momento, no, empezaré un tiempo antes.
De hecho, empezaré explicando que siempre me he considerado una persona moderna, jovial, con ganas de vivir experiencias y con tendencia a buscar y hacer todo aquello que me motiva. Por otro lado, jamás me planteé casarme, nunca me imaginé vestida de novia y cuando era pequeña nunca jugué a estar casada. No sólo eso, sino que además, durante mucho tiempo pensé qué quería ser madre soltera.

La verdad es que he pasado una juventud divertida, con peores y mejores momentos, pero en general he hecho lo que me ha apetecido siempre. He vivido muchas cosas y puedo sentirme afortunada por casi todo lo que me ha dado la vida: una buena familia, tanto mi marido (si, al final me casé), mis padres, mi hermano, mis sobrinos, mis tíos y primos, me quieren y yo los adoro. Tengo unos amigos impresionantes, unos buenos estudios y un buen trabajo, que aunque es bueno es el que se ha encargado de proporcionarme el casi, con sus buenos y malos momentos. Pero, a grandes rasgos, no me puedo quejar. He tenido mucha suerte.

Siempre me ha apasionado el arte, la danza, la música, los audiovisuales... De hecho, estuve yendo a una escuela de danza muchos años, hacía jazz y flamenco. Siempre con discusiones (de buen rollo), con mi profesora y amiga porqué era incapaz de dejarme el pelo largo, como mucho, por los hombros. Y claro, no me podían hacer recogidos, ni moños para bailar. Tengo una personalidad marcada, quizás un pelín extravagante y soy, como dice un amigo, un dulce de leche caído del cielo, soy muy diplomática y no me gustan las peleas, pero tengo las ideas muy claras sobre lo que quiero en mi vida.

Me di cuenta que mi mente empezaba a cambiar, a madurar a lo bestia, por decirlo de algún modo, cuando tenía 28 años. Por esa época me emancipé de casa de mis padres y me fui a vivir con mi prima y un amigo (con el cual, he venido teniendo historias desde que era adolescente) a una casita que pertenece a mis tíos, fue a partir de ese momento cuando empezó mi cambio.
La verdad fue una buena experiencia, me sirvió para darme cuenta de muchas cosas, aprendí lo que quería y sobretodo, lo que no quería. Fueron tiempos de mucha fiesta y juerga, a veces con las dos personas con las que convivía, a veces con mis amigos de siempre. Fue divertido, aunque por esa época viví varias situaciones que me marcaron (en las que no voy a entrar), que me hicieron replantearme muchas cosas sobre la vida y nunca volví a ser la misma.

En la casa, aunque con mi prima estaba muy a gusto, la quiero un montón y nos entendíamos bien. Con el amigo, me di cuenta que quería tenerlo lejos. Estaba perdido, lo ayudé mucho, tanto monetariamente como emocionalmente, pero él era el motivo de las disputas en nuestra familia de tres y la atracción que pude sentir durante años, con la convivencia se esfumó. Una cosa es ver a alguien que te gusta (y quieres, aunque sabes que es un desastre) un rato y otra muy distinta es vivir el desastre y observar la autodestrucción.
Así que llegó un momento que para mi fue insostenible, tenía que irme y poder seguir siendo amigos o quedarme y acabar con la amistad. Me supo mal por mi prima, pero yo no podía seguir viviendo allí. Necesitaba espacio. Y necesitaba vivir sola. Estar tranquila. Tener mi casa y mis normas. Decidí que debía ir a vivir sola. Al menos durante un tiempo...
Y me fui.