sábado, 14 de marzo de 2015

Mi casa, mis normas


Para empezar me gustaría presentarme. Me llamo Marta, persona inquieta donde las haya, he creado éste blog para explicaros un poquito mis vivencias.
Decidí crear éste blog en el momento que me enteré que estaba embarazada, aunque no empezaré relatando desde ese momento, no, empezaré un tiempo antes.
De hecho, empezaré explicando que siempre me he considerado una persona moderna, jovial, con ganas de vivir experiencias y con tendencia a buscar y hacer todo aquello que me motiva. Por otro lado, jamás me planteé casarme, nunca me imaginé vestida de novia y cuando era pequeña nunca jugué a estar casada. No sólo eso, sino que además, durante mucho tiempo pensé qué quería ser madre soltera.

La verdad es que he pasado una juventud divertida, con peores y mejores momentos, pero en general he hecho lo que me ha apetecido siempre. He vivido muchas cosas y puedo sentirme afortunada por casi todo lo que me ha dado la vida: una buena familia, tanto mi marido (si, al final me casé), mis padres, mi hermano, mis sobrinos, mis tíos y primos, me quieren y yo los adoro. Tengo unos amigos impresionantes, unos buenos estudios y un buen trabajo, que aunque es bueno es el que se ha encargado de proporcionarme el casi, con sus buenos y malos momentos. Pero, a grandes rasgos, no me puedo quejar. He tenido mucha suerte.

Siempre me ha apasionado el arte, la danza, la música, los audiovisuales... De hecho, estuve yendo a una escuela de danza muchos años, hacía jazz y flamenco. Siempre con discusiones (de buen rollo), con mi profesora y amiga porqué era incapaz de dejarme el pelo largo, como mucho, por los hombros. Y claro, no me podían hacer recogidos, ni moños para bailar. Tengo una personalidad marcada, quizás un pelín extravagante y soy, como dice un amigo, un dulce de leche caído del cielo, soy muy diplomática y no me gustan las peleas, pero tengo las ideas muy claras sobre lo que quiero en mi vida.

Me di cuenta que mi mente empezaba a cambiar, a madurar a lo bestia, por decirlo de algún modo, cuando tenía 28 años. Por esa época me emancipé de casa de mis padres y me fui a vivir con mi prima y un amigo (con el cual, he venido teniendo historias desde que era adolescente) a una casita que pertenece a mis tíos, fue a partir de ese momento cuando empezó mi cambio.
La verdad fue una buena experiencia, me sirvió para darme cuenta de muchas cosas, aprendí lo que quería y sobretodo, lo que no quería. Fueron tiempos de mucha fiesta y juerga, a veces con las dos personas con las que convivía, a veces con mis amigos de siempre. Fue divertido, aunque por esa época viví varias situaciones que me marcaron (en las que no voy a entrar), que me hicieron replantearme muchas cosas sobre la vida y nunca volví a ser la misma.

En la casa, aunque con mi prima estaba muy a gusto, la quiero un montón y nos entendíamos bien. Con el amigo, me di cuenta que quería tenerlo lejos. Estaba perdido, lo ayudé mucho, tanto monetariamente como emocionalmente, pero él era el motivo de las disputas en nuestra familia de tres y la atracción que pude sentir durante años, con la convivencia se esfumó. Una cosa es ver a alguien que te gusta (y quieres, aunque sabes que es un desastre) un rato y otra muy distinta es vivir el desastre y observar la autodestrucción.
Así que llegó un momento que para mi fue insostenible, tenía que irme y poder seguir siendo amigos o quedarme y acabar con la amistad. Me supo mal por mi prima, pero yo no podía seguir viviendo allí. Necesitaba espacio. Y necesitaba vivir sola. Estar tranquila. Tener mi casa y mis normas. Decidí que debía ir a vivir sola. Al menos durante un tiempo...
Y me fui.