Después de haber tenido que hacer unos cambios en el diseño del blog, prosigo con la historia de nuestra Luna de Miel...
Dejamos Taramundi con la intención de ir a Cangas de Onís. De camino, nos entretuvimos en El Mirador del Fitu. El Mirador en si se encuentra a unos 1100 metros del nivel del mar y desde él se puede observar un magnífico paisaje, desde el mar a las montañas y sus parques naturales. Una gozada para los sentidos, se estaba tan a gustito que nos quedamos un rato bien largo.
Comimos en un restaurante camino de Cangas, del cual no recuerdo el nombre (no debió impresionarme mucho) seguimos en dirección a los Lagos de Covadonga. Éstos forman parte del Parque Nacional de Los Picos de Europa.
Si algo me gusta de todo el viaje es que pudimos ver algunos de los lugares más hermosos de la península. Desde luego, los Lagos es uno de esos sitios que vale la pena ver. Al estar todo nevado nos limitó un poquito el movimiento, pero desde mi punto de vista, eso le dio más belleza.
El lugar es digno de admirar y disfrutar... Y eso hicimos.
A la vuelta, paramos en el Santuario y por supuesto fuimos a ver la Santa Cueva. Subes una larga escalera y llegas a ella. Posteriormente, estuvimos paseando por la Casa de Ejercicios, lugar en el cual uno se puede hospedar como en Montserrat y pasar unos días de reflexión, pero nosotros preferimos ir a un hotel.
Nos alojamos en el hotel Nochendi. Un hotel pequeñito, muy cerca del río Sella, es un hotel joven en el que pudimos pasar una noche bien tranquila y relajada. Pero previamente, fuimos a cenar... como no. Escogimos para cenar la Sidrería Los Arcos y escogimos bien. Por mi parte, cené poquito, no tenía mucha hambre, ¡pero Iván lo pasó pipa!
A la mañana siguiente nos levantamos con mucha energía para ir a Fuente Dé, desde allí cogeríamos el teleférico para subir a Los Picos de Europa. Debo decir que yo no estaba muy convencida... Tengo vértigo, pero me armé de valor y subí... ¿Qué os puedo decir? Pues que lo pasé fatal, tampoco es una gran subida comparado con otros teleféricos, pero para mi... suficiente... Mi cara, revela mi estado:
Como podéis ver estaba sentada y agarrada a las paredes de la cabina |
Una vez arriba... ¿El paisaje era bonito? Si, precioso. ¿Lo disfruté? Ni una mijina. Recuerdo estar allí arriba, asomada a la baranda, deseando bajar. Tengo tendencia a ver los peligros fácilmente. Allí veía millones de peligros. El paisaje era impresionante, eso no lo voy a negar nunca, pero no veía el momento de irme de allí. Iván tuvo la experiencia contraria, le encantó e hizo mil fotos.
Mientras bajábamos por el teleférico, estaba tan ilusionada por irme que, entonces disfruté del paisaje. De hecho, os podría decir que mientras iba descendiendo no sentí vértigo... Como es la mente humana...
Subimos al coche dirección Cantabria. Queríamos llegar hasta el Parque del Cabarceno. Paramos en Unquera a comer y a comprar Corbatas (dulce típico). Llegamos por la tarde, nos alojamos en el mismo parque, pero para mi el día había terminado. El teleférico me había revuelto tanto el estómago que sólo llegar tuve que ir corriendo a vomitar. Se me había alterado todo el cuerpo.
Cenamos y la cama. Mañana sería otro día.
![]() |
Cené una sopita |