Empecé a mirar vestidos de novia con las mejores consejeras:
mi madre y alguna de mis tías. Si, esas que si te queda algo feo, te lo dicen
rápidamente.
Había una tienda de vestidos de fiesta en mi ciudad, Bohemia, la cual me habían aconsejado.
Suelo ser muy rápida en mis decisiones en cuanto a
ropa se refiere. Así que el primer día que fui a probarme vestidos, encontré el
que sería el mio..
Me probé todos los que tenían en la tienda, me gustaron
varios… Pero cuando me probé el que finalmente me quedaría, sentí una tremenda emoción, me
miraba al espejo, era mi vestido. Recuerdo que tocaba la tela y sólo tocarla ya sonreía… Me imaginé a mi misma, en ese vestido, en mi día especial y sentí felicidad. Mi corazón decía que ese era mi vestido. Mis consejeras estuvieron de acuerdo.
Y aunque el vestido era de la temporada anterior de
Luna Novias, le costó a mi madre un buen dinerillo. Pero bueno, es una vez en
la vida...
Desde Junio, estuvimos preparando algunas cositas... Las
invitaciones, los detalles para los invitados…
Lo más problemático sin duda, fue decidir los invitados. Lo
teníamos muy claro, queríamos una boda entre 100-110 personas como máximo. Así que, a
los invitados de compromiso, ni siquiera los invitamos. Si, ya sabéis lo que
quiero decir, esos compromisos de tus padres, tu madre viene y te dice:
-“Tienes que invitar a Fulanita de tal, nosotros fuimos a la
boda de su hija hace 7 años”
- “¿y cuantos años hace que no la ves?”- respondía yo
- “cinco” contestaba ella
- “Pues no está invitada”
Mi madre se enfadaba y decía que tenían que venir, yo le
explicaba que nosotros no queríamos eso, queríamos conocer a todos los
invitados. Y si no los conocíamos los dos, al menos unos de los dos tenía que
conocerlos. Mi madre, me decía:
- “pero si la viste un día”
- “Eso no es conocerla”
- “No te preocupes que los invitados de mi parte los pago
yo”- contestaba ella enfadada.
Y yo le explicaba que el tema no era por pagar o no pagar, era que no queríamos ese tipo de compromisos. Queríamos una boda con una
cantidad normal de gente, no una cantidad estratosférica. Queríamos sentirnos
cómodos. Además fueran invitados de mis padres o no, los íbamos a pagar
nosotros igual. Así que, como íbamos a pagar nosotros, nosotros decidíamos.
Pasaron los meses, estábamos muy felices, nerviosos pero
felices.
Y entonces, en Octubre, tuvimos un mazazo, no voy a entrar
en eso, porque es muy personal y nos hizo mucho daño. De hecho, lo estuvimos
arrastrando hasta prácticamente Septiembre del 2013, aún con consecuencias hoy
en día (y eso que ya estamos a mitad del 2015). Fue un problema relacionado con
el trabajo.
Como casi todos los detalles los hicimos a mano, él hizo una parte
importante del trabajo... Si que en su estado hacía alguna travesura, como por
ejemplo:
Un día, compramos un paquete grande de Lacasitos, para poner
en los detalles y cuando llegué de trabajar no quedaban (se los había comido
todos esa noche). Pero en general, Iván tenía ideas y hacía
parte de los detallitos :)
...Fue pasando el tiempo y llegó
el día...