Mi vida con Iván transcurría con calma y mucho amor. Nos
entendíamos a la perfección. Si bien es cierto que somos muy distintos, nos
adaptamos el uno al otro rápidamente.
Nuestra vida era sencilla. Trabajar, estudiar (por entonces
yo estudiaba terapias alternativas). Ir en bici, en el caso de Iván. Ir a bailar
en mi caso. Él me venía a ver en mis actuaciones, yo lo iba a ver en sus
competiciones. Algunos días, de vez en cuando, nos íbamos a la montaña. A Puigcerdà, nos gusta mucho el
Hotel Villa Paulita y aunque es un pelín caro, de vez en cuando apetece un capricho... A Andorra. Otros a la playa, Tarragona. Y con eso, teníamos
suficiente.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsnHQ03fNyE5bU0nsmwYtcRfMvmja9ubwAS3uTaSGFJ_v-efhrEqvdrjGJEaqWUlhfq6xnZLDDL3B4V_5cLUc9U8JaO1CnCZavtzkLNC3tsXd4MJy2iw5VryjdVbwSQWzW439_l2Gf9x1U/s200/552922_3165817712998_1569452851_n.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbNsHKliHwuOq37ZyDyDPKk4HucBizfB8OL95j1V7H2UFrSd0E2jA2b7sDLaCLATkMEFIgf-w6wXEW5tQU1czRwt8bEQWplaOs8-fFPiTDT1Ddh3o0RhHNlBh3CZdEl9y_gBbOmMriAYbJ/s200/291965_2054770577514_141309595_n.jpg)
Cuando vamos a la montaña, caminamos o él aprovechaa para
hacer un super entreno. Recuerdo un día, temprano por la mañana que me dijo
“podríamos ir hoy a Andorra”. Los dos teníamos unas profesiones con horarios
bastante distintos a la población normal, cada tres semanas de trabajo,
coincidíamos en una de fiesta. Así que era habitual irnos entre semana.
Ese día le dije “venga, vamos” y me
dijo “vale, yo me voy tirando en bici y tu vas en coche, nos vemos allí”. Me
quedé con cara de tonta, iba en serio, me preocupé mucho ¿cómo iba a
ir en bici a Andorra? ¿y si le pasaba algo?
En fin, él se fue temprano y yo me
fui después de comer. Nos encontramos en Andorra a las 19h de la tarde. Estaba
sano y salvo, agotado, pero sano y salvo. Nos quedamos en un hotel y pasamos un
par de días allí.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpzJ-RmB7KnQsKnytPIfDX7SQU0umj3302njvjtsAianzUffCmlHO8sgZf3HW-SpPk4SB6XJHVkrJkzRa6sf-9g_4a7S7ejHJSSJxWl1me4z_B12kIK3xtfwMPSF3H7E4639C_vfh4_S8r/s200/269567_1853720671392_4496608_n.jpg)
Cuando vamos a la playa, vamos a la que yo denomino “mi
playa” en Creixell. Me he criado allí y no concibo pasar mucho tiempo sin
acercarme a ver la Costa Daurada. Él no es mucho de playa, pero como sabe que
adoro esa zona, vamos y pasamos algunos días. Uno de nuestros primeros veranos
juntos, en pleno mes de julio no hacía calor. Recuerdo que
fue el verano que más rasca he pasado en mi vida. Iván quiso aprender a pescar e íbamos
por la tarde-noche a la playa. Pescar, poco, pero pescamos. Él contento por
intentarlo, yo muerta de frío, pero cenábamos en la playa y era realmente
bonito…
Por casa, nos acostumbramos a la manías del otro e incluso,
¡las multiplicamos! Por ejemplo, tender la ropa no es una gran ciencia. Yo
nunca había tenido preferencias en colgar la ropa con unas pinzas determinadas. En
cambio, él si colgaba una camiseta, las dos pinzas tenían que ser iguales o del
mismo color. A mi al principio me resultaba chocante, porqué nunca había tenido
semejante manía, pero para mantener la calma, me adapté. De hecho, me adapté
tanto que incluso le superé. Él ahora dice que ha creado un monstruo, pues
intento que toda la hilera tenga el mismo color de pinzas…
….
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-AvTLVObYjrAwhGVLYpoETMezaK1LXmuA0XmZJmelpcwVXhfM-iX_E_HVaIDqj5ODZyQ3ykI7uGjHSffWLTApg5fM5QoWhK3z3pd3_WswdgRv_ClLuRicbNm-3THaQoEeQn5PwWsx8B9L/s200/157087_1519059545073_2155966_n.jpg)
Un día Apolo no despertó…Había muerto y nos dio mucha pena a
los dos. A mi, porqué había sido mi compañero prácticamente desde que me fui a
vivir al piso y a él, porqué se había encariñado. Iván, lo cogió, lo puso en
una caja de zapatos y lo enterró en el bosque… Llegué a la conclusión (llamadlo
consuelo, si queréis), que el hámster cumplió su misión, siendo mi compañero
cuando estuve sola. Una vez acompañada, su misión, había finalizado… Se sumó a
Dusky, mi perrito, que murió a los 18 años, una semana después de conocer a
Iván. Dusky vivía con mis padres, pero yo me había criado con él. Perder a mis
dos mascotas, me dio una enorme tristeza.
Fueron pasando los meses y el día de mi santo 29 de Julio
de 2011, me regaló un anillo.